lunes, 21 de enero de 2008

"El niño que todos llevamos dentro..."

Extracto del libro "A orillas del río Piedra me senté y lloré" de Paulo Cohelo - Capítulo titulado "Domingo, 5 de diciembre de 1993", Páginas 47 y 48 de la undécima edición febrero de 1999-.


"A veces nos invade una sensación de tristeza que no logramos controlar", decía él. "Percibimos que el instante mágico de aquel día pasó, y que nada hicimos. Entonces la vida esconde su magia y su arte.

Tenemos que escuchar al niño que fuimos un día, y que todavía existe dentro de nosotros. Ese niño entiende de momentos mágicos. Podemos reprimir su llanto, pero no podemos acallar su voz.

Ese niño que fuimos un día continúa presente. Bienaventurados los pequeños, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Si no nacemos de nuevo, si no volvemos a mirar la vida con la inocencia y el entusiasmo de la infancia, no tiene sentido seguir viviendo.

Existen muchas maneras de suicidarse. Los que tratan de matar el cuerpo ofenden la ley de Dios. Los que tratan de matar el alma también ofende la ley de Dios, aunque su crimen sea menos visible a los ojos de los hombres.

Prestemos atención a lo que nos dice el niño que tenemos guardado en el pecho. No nos avergoncemos por causa de él. No dejemos que sufra miedo, porque está solo y casi nunca se le escucha.

Permitamos que tome un poco las riendas de nuestra existencia. Ese niño sabe que un día es diferente de otro.

Hagamos que se vuelva a sentir amado. Hagamos que se sienta bien, aunque eso signifique obrar de una manera a la que no estamos acostumbrados, aunque parezca estupidez a los ojos de los demás.

Recuerden que la sabiduría de los hombres es locura ante Dios. Si escuchamos al niño que tenemos en el alma, nuestros ojos volverán a brillar. Si no perdemos el contacto con ese niño, no perderemos el contacto con la vida".

"No puedes pertenecer a nadie hasta que te pertenezcas a tí mismo"

Extracto del libro "A orillas del río Piedra me senté y lloré" de Paulo Cohelo - Capítulo titulado "Sábado, 4 de diciembre de 1993", Página 27 de la undécima edición febrero de 1999-.


"Es necesario correr riesgos", decía. "Sólo entendemos del todo el milagro de la vida cuando dejamos que suceda lo inesperado.

Todos los días Dios nos da, junto con el sol, un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. Todos los días tratamos de fingir que no percibimos ese momento, que ese momento no existe, que hoy es igual que ayer y será igual que mañana. Pero quien presta atención a su día, descubre el instante mágico. Puede estar escondido en la hora en que metemos la llave en la puerta por la mañana, en el instante de silencio después del almuerzo, en las mil y una cosas que nos parecen iguales. Ese momento existe: un momento en el que toda la fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos permite hacer milagros.

La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista. El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de nuestros sueños. Vamos a sufrir, vamos a tener momentos difíciles, vamos a afrontar muchas desilusiones..., pero todo es pasajero, y no deja marcas. Y en el futuro podemos mirar hacia atrás con orgullo y fe.

Pobre del que tiene miedo de correr riesgos porque ése quizá no se decepcione nunca, ni tenga desilusiones, ni sufra como los que persiguen un sueño. Pero al mirar hacia atrás -porque siempre miramos hacia atrás- oirá que el corazón le dice: '¿Qué hiciste con los milagros que Dios sembró en tus días? ¿Qué hiciste con los talentos que tu Maestro te confió? Los enterraste en el fondo de una cueva, porque tenías miedo de perderlos. Entonces, ésta es tu herencia: la certeza de que has desperdiciado tu vida'.

Pobre de quien escucha estas palabras. Porque entonces creerá en milagros, pero los instantes mágicos de su vida ya habrán pasado."

Espero hayan disfrutado de estas palabras tanto como yo.

Saludos cordiales,

Miriam.

miércoles, 2 de enero de 2008

Un lugar en el mundo...



Para todas las personas existen varios lugares en el mundo donde se encuentran con su propio ser y disfrutan a pleno el estar ahí.

La Garganta del Diablo es uno de esos lugares para mí; y más que Garganta del Diablo para mí es "Garganta del Cielo".

Esta foto la tomé (en película) en uno de mis viajes a Misiones en Julio de 2003. Un lugar de Argentina que vale la pena visitar.