sábado, 29 de diciembre de 2007
viernes, 21 de diciembre de 2007
Jueves 01 de Noviembre de 2007, 12:40 am - Carta n° 2
Estoy “azorada” por cada noticia que escucho o leo, por cada actitud que veo y siento de personas que me rodean más allá de mis padres y sólo pocas contadas con los dedos de una sola mano. Crisis. Crisis implica cambio y espero lo sea a favor a la raza humana. Es necesario que todos concibamos ese cambio. Crisis de valores. No existe el valor de la palabra, no existe la misericordia ni el perdón, tampoco el amor al prójimo. Para ello hace falta despojarnos de las miserias materiales que nos rodea… y más allá de esas miserias materiales, hace falta despojarnos de nuestras "miserias humanas": Envidia, individualismo, egocentrismo, aspiraciones materiales, sed de poder, poder y poder… los siete pecados capitales ya son parte de nuestras vidas y no sentimos su peso ni sentimos vergüenza siquiera. ¿A dónde hemos llegado? ¿A dónde queremos llegar? Todo vale y da lo mismo. “En tanto y en cuanto no me toque el mal a mí, todo está bien”- piensa el común de
Cuando Dios y la vida nos pone a prueba, renegamos de ellos. Pensamos que somos los únicos que tenemos problemas y minimizamos el de los demás.
Nos quejamos de los otros, de nuestros gobernantes, de nuestros curas y ministros de la fe, etc. etc. etc. ¿Y nosotros somos "perfectitos"? ¿No tenemos que cambiar nada en absoluto???? Para exigir a los demás, es imperioso empezar por uno mismo. Pero falta valor para mirarse al espejo y reconocer lo que se ve. Y nadie más que nosotros es el artífice de ello… fueron nuestras elecciones de vida las que nos condujeron a este resultado favorable o adverso. Y sólo nosotros podemos cambiarlo.
Estas palabras no son más que el resumen del cúmulo de experiencias que he recogido en todo este tiempo. Hablé por otros, defendí a otros, obré por y para otros… y sin embargo, de varios de de esos “otros” no recogí nada .. ni hablar de “su comprensión” y siquiera de un simple “gracias”; mas de otros sí sentí la retribución a través de sus actitudes de reconocimiento y agradecimiento... consideración. Aprendí mucho ... y todo ello me fortaleció también.
No me arrepiento de nada de lo vivido porque era necesario para crecer… di y me quedó el sabor agradable de haber dado sin pedir a cambio. Me ayudó a sentirme íntegra y a mirar con la frente alta sin lamentar nunca lo sucedido.
Saludos.
Miriam.
sábado, 17 de noviembre de 2007
Domingo 04 de Mayo de 1997 - Carta N° 1
A través de los años y de las diversas experiencias ambiguas (felices y dolorosas) que se presentan en nuestro camino, aprendemos a valorar las pequeñeces de la vida. Algunas personas aprendemos a ser pacientes, agradecidas, cautas y más sensibles; otras, contrariamente, no. Todo lo que nos "toca a flor de piel" nos afecta; mas a su vez, cada embate endurece más nuestra coraza cuyo único fin es promover nuestra supervivencia y autoprotección...
Tengo mucho por agradecer... MI VIDA, mis Padres, los seres que amo, la naturaleza toda, el día, la noche, el sol, la luna... el afecto recibido... y las pocas situaciones de dolor, gracias a Dios, pero que tanto me han enseñado... tanto que nunca me hubiese imaginado desprenderme del egoísmo innato que cada uno traemos consigo para ver las cosas desde tantas otras perspectivas aparte de la mía.
Cada día que me apresto a vivir, lo hago en forma plena disfrutando de las más pequeñas cosas. También hay momentos en que me siento abatida. Sin embargo, al realizar un balance de mi pasado y presente, me inyecto de ganas de vivir y seguir hacia adelante.
Concuerdo plenamente con las palabras de una muy conocida canción,
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto..."
Saludos.
Miriam.
P.D.: Para aquellos que no me conocen, estas palabras no surgieron a partir de una situación de enfermedad o de dolor... sino por el contrario, me surgieron de una etapa de felicidad plena.